San Sebastián. Patrono de los moribundos y contra las enfermedades y pestes

San Martin, Sábado, 20 de Enero de 2018 | 08:49

San Sebastían fue un Soldado cristiano mártir que pertenecía al ejército romano imperial y había realizado en secreto muchos actos de amor por el prójimo. Al ser descubierta su identidad cristiana, fue entregado a los arqueros quienes lo traspasaron con flechas. Lo dieron por muerto, pero Dios aún lo quería para su misión. Unos amigos lo recogieron y lo llevaron donde la viuda Santa Irene, quien sanó todas sus heridas. Finalmente fue asesinado azotado a golpes. San Sebastián es considerado como Patrono de las personas moribundas y contra las pestes

Fiesta: 20 de Enero

Martirologio Romano: San Sebastián, mártir, oriundo de Milán, que, como narra san Ambrosio, se dirigió a Roma en tiempo de crueles persecuciones, sufriendo allí el martirio. En la ciudad a la que había llegado como huésped, obtuvo el domicilio de la eterna inmortalidad. Fue enterrado en este día en las catacumbas de Roma

Biografía de San Sebastían

San Sebastián, hijo de familia militar y noble, era oriundo de Narbona, pero se había educado en Milán. Desde sus inicio, él fue un cristiano encubierto en la mayor parte de su vida.

En un vestigio de sabiduría, San Sebastián se unió al ejército romano imperial sólo para mantener su cubierta como un típico pagano de la nobleza. Llegó a ser capitán de la primera corte de la guardia pretoriana.

Por su obediencia y honestidad, San Sebastián llego a ser muy respetado por todos y apreciado por el mismo emperador, quien desconocía su cualidad de cristiano. Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios idolátricos.

La elección entre su profesión y su fe

Como buen cristiano, San Sebastián ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitaba y alentaba a los cristianos encarcelados por causa de Cristo. Esta situación no podía durar mucho, y fue denunciado al emperador Maximino quien lo obligó a escoger entre ser su soldado o seguir a Jesucristo.

El santo escogió la milicia de Cristo; desairado el Emperador, lo amenazó de muerte, pero San Sebastián, convertido en soldado de Cristo por la confirmación, se mantuvo firme en su fe.

Maximino, muy enfurecido, lo condenó a morir asaeteado: los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de saetas, dándolo por muerto.

Unos amigos que estaban pendientes de lo ocurrido a San Sebastián, se acercaron a su cuerpo, y al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.

Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero el santo se negó rotundamente pues su corazón ardoroso del amor de Cristo, impedía que él no continuase anunciando a su Señor.

La hora de su martirio

San Sebastián se presentó con valentía ante el Emperador, desconcertado porque lo daba por muerto, y el santo le reprochó con energía su conducta por perseguir a los cristianos. Maximino mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión y tiraron su cuerpo en un lodazal.

Los cristianos que presenciaron tan cruel tortura lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián.

Grandes milagros por intercesión de San Sebastián

San Sebastián siempre ha sido honrado por la Iglesia como una de sus más ilustres mártires.

Leemos de Pablo el diácono de qué manera, en el año 680, Roma fue liberada de una terrible por la intercesión del patronato de este santo. Milán en 1575, Lisboa, en 1599, y otros lugares, quienes experimentaron también iguales calamidades, fueron también bendecidas ante Dios, por la intercesión de San Sebastián.

San Sebastián se le representa con flechas en su carne o siendo salvado por Santa Irene.

San Sebastían es el patrón de los arqueros (por salir victorioso de las flechas), de los atletas (por su enérgica evangelización), de las personas moribundas (él mismo se estaba muriendo antes de ser salvado por Santa Irene). y contra las pestes y epidemias

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