Ángelus: El misterio de la Trinidad nos envuelve y estimula a vivir en el amor

San Martin, Domingo, 22 de Mayo de 2016 | 10:58

Ciudad del Vaticano (AICA): El papa Francisco presidió, este domingo el rezo del Ángelus en la fiesta de la Santísima Trinidad. Ante una multitud de fieles que colmaban la plaza de San Pedro el Santo Padre explicó que “haber sido creados a imagen y semejanza de Dios-comunión nos llama a comprendernos a nosotros mismos como “seres en relación” y a comprometernos a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco¨, tanto ¨en nuestras comunidades eclesiales¨ como en las relaciones diarias, ¨desde la familia hasta las amistades o el ambiente de trabajo: son ocasiones concretas que nos son ofrecidas para construir relaciones humanas cada vez más ricas, capaces de respeto recíproco y de amor desinteresado¨. 

El papa Francisco presidió, este domingo el rezo del Ángelus en la fiesta de la Santísima Trinidad. Ante una multitud de fieles que colmaban la plaza de San Pedro el Santo Padre explicó que “haber sido creados a imagen y semejanza de Dios-comunión nos llama a comprendernos a nosotros mismos como “seres en relación” y a comprometernos a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco", tanto "en nuestras comunidades eclesiales" como en las relaciones diarias, "desde la familia hasta las amistades o el ambiente de trabajo: son ocasiones concretas que nos son ofrecidas para construir relaciones humanas cada vez más ricas, capaces de respeto recíproco y de amor desinteresado". 

El pontífice recordó que en esta misión “somos sostenidos por la fuerza que el Espíritu Santo nos dona: la de curar la carne de la humanidad herida de la injusticia, de la explotación, del odio y de la codicia”. 

Francisco comentó el Evangelio del día en el que Jesús, poco antes de su Pasión, “explica a sus discípulos la verdad más profunda sobre Él, y así viene dibujada la relación entre Jesús, el Padre y el Espíritu Santo”. 

"Jesús sabe que el diseño del Padre se cumplirá con su muerte y resurrección. Por eso, asegura a sus discípulos que nos les abandonará, porque su misión será prolongada por el Espíritu Santo. El Espíritu guiará a la Iglesia hacia adelante", proclamó el Papa, quien apuntó que dicha misión "no se trata de doctrina nueva o especial", sino de "una plena comprensión de todo lo que el Hijo ha oído del Padre, y que ha transmitido a los discípulos". 

“El Espíritu nos guía en las nuevas situaciones existenciales con la vista puesta en Jesús y, al mismo tiempo, abierto a los acontecimientos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la historia firme radicada en el Evangelio y también con dinámica fidelidad a nuestras tradiciones y costumbres”. 

El Pontífice dijo a los fieles que el misterio de la Trinidad habla a todos también hoy “de nuestra relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”. 

“Dios es una ‘familia’ de tres Personas que se aman tanto que forman una sola persona” y “ésta ‘familia divina’ no está encerrada en sí misma, sino abierta, se comunica a la creación y a la historia y ha entrado en medio de los hombres para llamar a todos a formar parte”. 

Francisco también aseguró que el misterio de la Trinidad “nos envuelve y nos estimula a vivir en el amor y en el compartir con los demás, seguros de que allí donde hay amor está Dios”. 

El Papa también habló de la importancia de las relaciones personales en las comunidades eclesiales y pidió que allí “sea siempre evidente la imagen de la Iglesia como icono de la Trinidad”. 

Palabras del papa Francisco Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, fiesta de la Santísima Trinidad, el Evangelio de san Juan nos presenta un fragmento del largo discurso de despedida, pronunciado por Jesús poco antes de su Pasión. En este discurso, Él explica a los discípulos las verdades más profundas que tienen que ver con él; y así se delinea la relación entre Jesús, el Padre y el Espíritu Santo. Jesús sabe que está cerca de la realización del diseño del Padre, que se cumplirá con su muerte y resurrección; por eso quiere asegurar a los suyos que nos les abandonará, porque su misión será prolongada por el Espíritu Santo. Será el Espíritu Santo quien prolongue la misión de Jesús. Es decir, guiar la Iglesia hacia adelante. 

Jesús revela en qué consiste esta misión. En primer lugar, el Espíritu nos guía a entender las muchas cosas que Jesús mismo todavía tiene que decir (cfr Gv 16,12). No se trata de doctrinas nuevas o especiales, sino de una plena comprensión de todo lo que el Hijo ha escuchado del Padre y que ha hecho conocer a los discípulos (cfr v. 15). El Espíritu nos guía en las nuevas situaciones existenciales con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierto a los eventos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la historia firmemente arraigados en el Evangelio y también con fidelidad dinámica a nuestras tradiciones y costumbres. 

Pero el misterio de la Trinidad nos habla también de nosotros, de nuestra relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. De hecho, mediante el Bautismo, el Espíritu Santo nos ha metido en la oración y en la vida misma de Dios, que es comunión de amor. Dios es una “familia” de tres Personas que se aman tanto que forman una sola cosa. Esta “familia divina” no está cerrada en sí misma, sino que está abierta, se comunica en la creación y en la historia y ha entrado en el mundo de los hombres para llamar a todos a formar parte. El horizonte trinitario de comunión nos rodea a todos y nos estimula a vivir en el amor y en el compartir fraterna, seguros de que allí donde hay amor, está Dios. 

El haber sido creados a imagen y semejanza de Dios-comunión nos llama a comprendernos a nosotros mismo como ser-en-relación y a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor mutuo. Tales relaciones se juegan, sobre todo, en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que se cada vez más evidente la imagen de la Iglesia icono de la Trinidad. Pero se juegan en cada relación social, de la familia a las amistades y al ambiente de trabajo, todo: son ocasiones concretas que se nos ofrecen para construir relaciones cada vez más ricas humanamente, capaces de res
peto recíproco y de amor desinteresado. 

La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a comprometernos en los acontecimientos cotidianos para ser levadura de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión somos sostenidos por la fuerza que el Espíritu Santo nos dona: cuida la carne de la humanidad herida por la injusticia, la opresión, el odio y la avaricia. La Virgen María, en su humildad, ha acogido la voluntad del Padre y ha concebido al Hijo por obra del Espíritu Santo. Nos ayude Ella, espejo de la Trinidad, a reforzar nuestra fe en el Misterio trinitario y a encarnarla con elecciones y actitudes de amor y de unidad.

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