4 pasos para comenzar tu día en Santidad
Aprendemos tanto de nuestros padres, Buenos y malos hábitos. Tal vez por eso siempre he estado en conflicto con levantarme por la mañana.
Por un lado, mi padre siempre se ha levantado antes de que salga el sol; él es el más madrugador de la familia. Por el otro lado, mi madre, bueno, esa es otra historia.
A pesar de que se levanta temprano para el trabajo, la verdad es que en los fines de semana ella tiene la habilidad de dormir hasta… digamos que puede dormir hasta bastante tarde. Honestamente, yo creo que he heredado el gen de dormir de mi madre.
Siempre he amado dormir, y salir de la cama ha significado siempre un esfuerzo para mí, aun así, he continuado haciendo ese esfuerzo por levantarme temprano. Ahí reside el conflicto.
Realmente amo la madrugada y me he vuelto una persona cada vez más mañanera a medida que he crecido, desde que viví en el seminario y tenía que levantarme temprano, lo cual significaba tener que irme a la cama también temprano. Comenzábamos nuestro día con una meditación en la capilla a las 6:30. La oración es una gran forma de comenzar el día.
Yo realmente creo que la forma en la que comienzas tu día tiene mucho que ver en cómo se desarrolla el resto del día. Y si queremos vivir cada día en santidad, entonces tiene sentido que tratemos de tener un santo inicio del día.
Aquí hay algunas sugerencias de cómo comenzar tu día en Santidad:
1.- Gratitud y ofrecer la mañana
San Pablo nos decía que debemos ser transformados a través de una renovación interior (Romanos 12,2). Habiendo dicho esto, ¿cuáles son nuestros primeros pensamientos en la mañana? Si nuestros primeros pensamientos son negativos, si te arrastras fuera de la cama y no esperas la bendición de Dios, esa es una forma realmente mala de arrancar el día.
Sin embargo, si tú vuelves tus primeros pensamientos al Señor en agradecimiento por un nuevo día, has decidido comenzar tu día con un corazón exaltado y un espíritu gozoso. Has escogido comenzar tu día en la presencia de Dios y eso es un inicio Santo.
Cada mañana, tan pronto como te levantes, ofrece una oración de agradecimiento al Señor por el nuevo día y todas las bendiciones que Él te ha dado.
Ofrece tu día a Él con una oración tradicional o una oración con tus propias palabras. Puedes considerar ponerte de rodillas y orar con las palabras de San Pablo: ahora “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”(Filipenses 4,13)
2.- Un comienzo suave y callado es lo mejor
La gente está siempre apresurada. Se apresura para salir de la cama porque han estado posponiendo el despertador demasiadas veces. Se bañan y se visten aprisa. Comen su desayuno deprisa. Y luego salen aprisa de casa, solo para conducir también deprisa. Apresurarse es realmente malo para iniciar el día.
Yo no creo que El Señor quiera que estemos apresurados, aunque sea inevitable algunas veces.
Recordemos los frutos del Espíritu Santo: ¡El stress y la prisa no están en la lista! En cambio, la paz y la mansedumbre si lo están. Es mucho mejor comenzar el día suavemente, meditando y estando consientes de la presencia de Dios y de la paz que desea darnos a medida comenzamos nuestro día.
Así que no apresures tu día. Intenta estar profundamente consciente de la presencia de Dios tan pronto te despiertes. Ve despacio, respira.
3.- Levántate temprano a orar
El Evangelio nos dice que Jesús se despertaba temprano para orar. Las mañanas tienen algo sagrado, una sagrada tranquilidad. Con el fin de comenzar tu día suavemente, probablemente tendrás que despertarte un poco más temprano. Ahora, puedo decir honestamente que se lo difícil que es eso. Pero se va haciendo cada vez más fácil, y empiezas a disfrutarlo poco a poco.
Mis mejores días y los más productivos son aquellos días en los que me despierto temprano. Me gusta comenzar mi día con una tasa de café y una oración. Disfruto iniciar mi día en silencio y haciendo alguna lectura espiritual. Me encanta estar atento a la quietud de la mañana.
Lo que es mejor de cuando me levanto lo suficiente temprano para orar,tengo suficiente tiempo para enfocarme en mis tareas del día e incluso tal vez tiempo para escribir.
4.- Tu primera penitencia
Levantarse temprano tal vez no sea lo más fácil, pero vivir en Santidad no es siempre fácil tampoco. Otro de mis Santos favoritos, Josemaría Escrivá lo llamaba el minuto heroico.
¡Nada más cierto! Cuando la alarma se enciende, es el momento de ser heroicos y decirle a nuestro cuerpo: Sé que quieres dormir, pero es hora de levantarse y servir al Señor.
Vivir en Santidad significa que necesitamos poner bajo control las a veces razonables demandas del cuerpo (uno de los frutos del Espíritu Santo es la templanza).
Si queremos ser Santos, debemos aprender a sacrificarnos; y una de las mejores formas en las que nos podemos sacrificar es salir de la cama temprano y levantarnos en cuento la alarma se activa o incluso antes de que se active.
Aquí hay algunas cosas para hacer una vez te levantes:
- Pasa un tiempo en oración silenciosa con las escrituras. Lee un poco del Evangelio y solo quédate un tiempo en silencio reflexionando sobre lo que acabas de leer.
- Toma de 10 a 15 minutos para leer libros espirituales y pasa algunos momentos en oración sobre lo que has leído.
- Tomate un tiempo para darle gracias al Señor. Cierra tus ojos y agradécele a Dios: dale gracias por el día, por las bendiciones que te va a dar, por tu familia, por lo que te venga a la mente. La gratitud es una forma poderosa de comenzar tu día. “Dad gracias al Señor porque es bueno” (Salmo 118).
- Ten una conversación con El Señor acerca de tu día. Háblale de tus compromisos y de las cosas que debes hacer. Habla con Él acerca de las cosas que esperas realizar y las cosas que te preocupan. Pídele que te ayude a estar consciente de Su presencia durante el día.
Un inicio suave y lleno de oración para el día no significa que tu día será perfecto o que siempre sentirás la fuerte presencia de Dios durante el día. De cualquier forma, es seguramente la mejor forma de comenzarlo y sentirás más paz y fuerza al comenzar tu jornada.
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